En el siglo XIV se vivió una época de mayor hedonismo, en que se buscaba disfrutar de la vida, lo que se reflejó en la moda, siempre de acuerdo con las diferenciaciones sociales: según Johan Huizinga (El otoño de la Edad Media), «las clases sociales estaban perfectamente definidas y ordenadas de acuerdo con las diferencias de sus vestidos, sus pieles y los colores predominantes, sus gorras y sombreros. En Inglaterra, en la segunda mitad del siglo comenzó a evolucionar la moda masculina, en la que empezaron a adquirir supremacía los sastres ingleses, quienes daban más importancia al corte de la prenda, trabajando el paño de lana para moldear la figura, que a los ornamentos o las telas ostentosas.
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